domingo, 27 de abril de 2014

PAISAJE ENCONTRADO. PAISAJE y Serie SOBRE EL MAR

Bruma
Acrílico s/madera, 40x40cm





Horizonte
Acrílico s/madera, 40x40cm.


Invierno
Acrílico s/madera, 40x40cm.


La transparencia del día
Acrílico s/madera, 40x40cm.


Naturaleza y calma
Acrílico s/madera, 40x40cm.


Naturaleza
Acrílico s/madera, 40x40cm.


Nocturno
Acrílico s/madera, 40x40cm.


Notas para un paisaje de invierno
Acrílico s/madera, 40x40cm.





Serie  SOBRE EL MAR

Sobre el mar I
Acrílico s/madera, 80x80cm.
                                          
                                         

Sobre el mar II
Acrílico s/madera, 80x80cm.

                                         

Sobre el mar III
Acrílico s/madera, 80x80cm.

                                          

Sobre el mar IV
Acrílico s/madera, 80x80cm.
                                          

Sobre el mar V
Acrílico s/madera, 80x80cm.


Tormenta de verano
Acrílico s/madera, 80x80cm.





martes, 22 de abril de 2014

Exposición de pintura PAISAJE ENCONTRADO, sala Casa de la Reina.

Exposición PAISAJE ENCONTRADO
horario de vacaciones de pascua:
22, 23, 24 y 25 solo mañanas.
26, 27 y 28 cerrado.

hasta el 8 de mayo horario habitual:
de lunes a viernes, mañanas de 8,45 a 14,45 h. y tardes de 16,15 a 19,45h.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Amb ulls de dona

El silencio no existe
Acrílico s/madera, 40x40cm.




Exposición colectiva Amb ulls de dona , la inauguración ha comenzado con la conferencia Contra el canon: a vueltas con la visión androcéntrica del arte, a cargo de la doctora Carmen Senabre Llavata.

Del 5 de marzo al 28 de abril.
Sede del STEPV, calle Juan de Mena 18





martes, 4 de marzo de 2014

Exposición COLOR SOBRE COLOR


COLOR SOBRE COLOR

Artistes per la Natura XIV Edició Premi Cavanilles Gener 2008






 Crepúsculo silencioso. 2007
 Acrílico s/madera, 40x40cm.




         
El paisaje del color

“Si me piden que defina a Gonzalo Suárez, diré que no sé”, escribe Joaquín Jordá en su prólogo a una reedición de la primera novela del escritor y cineasta, De cuerpo presente. La ocasión de escribir sobre la pintura última de Carmen Romeu podría inspirar una reacción igualmente bartlebiana: si me piden que… diré que no sé, aunque puedo intentarlo, fracasando, con toda probabilidad, en el intento de fijar la esquiva naturaleza de una pintura a caballo entre distintos momentos del arte reciente. Y con un discurso refugiado en las reglas del juego privado.
Si a finales de los 70 ya se hallaban consolidadas y definidas las nuevas propuestas que responden al rótulo de arte contemporáneo, desde los primeros años 80 se dio un auge de los valores tradicionales de la pintura. Ese reencuentro con el pasado -el color, el soporte de siempre, la bidimensionalidad- revivía y revitalizaba un concepto preexistente, devenido nuevo por la actitud que le confiere el tiempo y la perspectiva histórica. Simultanear códigos dramáticos, quizá como metáfora de las heridas abiertas, con el nuevo empleo del color caracteriza desde entonces el deseo de volver a un ámbito “seguro”. Es una proclamación de la necesidad de sensaciones visuales y táctiles que permitan establecer de modo más visceral nuestra relación con el mundo. Así ocurre en el caso de Carmen Romeu, en el que cabría aludir a la recuperación del placer de la factura y también de la imagen. Un retorno a lo figurable -el término es de María de Corral- que recupera todo lo que sea posible representar mediante signos reconocibles y abstractos, y a los que añade un sentido poético.
Quizá haya sido Tiziano el artista que dio sentido a la expresión “pintor viejo” como equivalente al anciano que sigue accediendo cada día al taller excitado, convencido y nervioso, pero sabio. En casos como el suyo es la manera de trabajar, el lento insistir sobre una idea, lo que lo convierte en sabio y viejo, mientras que en otros casos lo es la agilidad resolutiva. Carmen Romeu, pintora, dista mucho de ser vieja y trabaja el acercamiento a la sabiduría del oficio con insistencia en la idea de paisaje, ganando, cuando no agilidad, dosis de lucidez resolutiva. Sus procesos de exploración y experimentación en las distintas fases recorridas por su trabajo pictórico la han enfrentado a esa dualidad compuesta por miedo y apremio que asalta a todo creador ante el lienzo en blanco. Tienta, palpa, tantea, traza formas y espacios que se convertirán en apuntes. Conservando siempre memoria del proceso creativo en el estudio. Joan Miró, refiriéndose al sentimiento de horror vacui que con tanta frecuencia asalta al creador cuando va a dar comienzo una nueva obra, confesaba su costumbre de guardar soportes que se le manchaban de manera fortuita mientras trabajaba. Las salpicaduras aleatorias le procuraban una sugerencia, una vía por donde entrarle a la obra. Carmen Romeu encuentra tal sugerencia en trazos, esbozos e incluso obras a punto de conclusión, relegadas por un tiempo, sobre las que reelaborará distribuciones, aligerará empastes y optará por definir notas figurativas. En ocasiones, de un modo más premeditado, sistematiza lo accidental, como antes defendiera Francis Bacon. Así, propicia que la química de la pintura señale veladuras sobre el soporte para conseguir el juego estético de una trama plástica.
Transitó otras etapas en su hacer: Primero, con caracteres expresionistas,  de visible gestualidad, donde el apunte figurativo era un trazo rectilíneo de pincel que insinuaba bosques mediterráneos y naturalezas frondosas. Unos paisajes de bosques tomados en primer término, en los que las formas se diluyen en manchas de color o se estructuran en unas ordenaciones que vienen dadas por ramas y troncos. Después, con un primitivismo matérico, donde predominaban las masas empastadas que, de los colores verdes y pardos, pasarían a los grumos de recuerdo telúrico y a los rojo, blanco y negro. Más recientemente llegarían los ensayos con la presencia humana: fondos de rojo saturado ante los que se recortaba la figura blanca de formas esquemáticas.
En los últimos tiempos ha regresado a la abstracción, con elementos figurables que hacen presente el paisaje, y a un paisaje esquematizado, apenas insinuado por una línea entre dos campos de color y los formatos apaisados. Ha ganado control desde la concisión, la afirmación o el apoyo en la arquitectura compositiva. Afirmando un paciente proceso en el empeño en su propuesta de entender el arte como una carrera de fondo.
         Teniendo como referente la naturaleza virgen, de evidentes tintes románticos, ha reducido de manera importante el empleo de la materia pictórica. Ahora ésta aparece licuada, creando veladuras y transparencias. La pincelada deja de ser perceptible y la luz se abre camino. Los postulados formales del paisajismo aparecen sin referentes de composición ni de formas, con colores “alternativos” incluso. Desde cuadros en los que se contempla un origen primigenio de la naturaleza telúrica hasta otros en los que un solo elemento, como pueden ser árboles o cañas, guía al ojo en la construcción del paisaje
         El dibujo sin línea abre camino al protagonismo del color, hasta luces calcinantes, pero también en otro grupo de cuadros que nos adentran en paisajes lunares y en fondos marinos, casi monocromos, de tonos cenicientos. Hay tensión en el sentimiento lírico del color, la belleza de serenidad absoluta o de la fascinación del abismo. Como si el paisaje de la pintora que nos ocupa, un entorno mediterráneo vivido, se presentase en parcelas de sensaciones sin dejar de ser un todo; como si las formas debieran perder sus contornos conocidos para entrar en una libre combinación de fuerzas que también están en la naturaleza.
         Ahora el color es sustento o elemento constitutivo de la pintura, cuando antes fue a la inversa. Para el ojo humano no existe el espacio sino su color, a la vez que no existe color alguno que no engendre su propio espacio. Así, la pintura de Carmen Romeu es asimétrica, desigual y dispone de los ingredientes formados en un estado de armonía arquitectónica, y –mientras permanece asimétrica- proporciona, sin embargo, un espíritu de perfecto balance o equilibrio.
Estamos ante la obra de quien ha identificado y ha construido sus propios paisajes, que son sus propias escenografías para la mirada.

José Ángel Artetxe

Escritor y Crítico de Arte



Días de verano. 2007
Acrílico s/madera, 40x40cm.







Travesía I. 2007
Acrílico s/madera, 40x40cm.

El laberinto de los paisajes interiores

Un lienzo en blanco, un caballete y la paleta de la sensibilidad abierta al horizonte de la pintura. La mano, convertida en pincel, y el pincel, transformado en río, inicia su danza cromática a través de la conciencia. El viaje se desliza por sendas que buscan un destino que Romeu intuye en la lejanía, entre la realidad y el sueño, más allá de la experiencia, donde emerge un universo en el que los colores y las formas fantasean.
Los velos de la memoria le guían en esta aventura. Y el espacio y la luz se despliegan sinuosamente en este caminar con rumbo al infinito. Sus pasos toman forma en un tiempo inexistente y los paisajes del alma se abren para convertirse en arte. Los bosques perdidos renacen inquietantes de fuegos y misterios, habitados por la sinfonía de una intuición. Los rojos y verdes galopan por el corazón de sus entrañas rescatando su fuerza milenaria, exponiendo al mundo su grandeza. Los mares de la nostalgia navegan, ajenos a tempestades, por la lírica de un oleaje sereno, pausado en ritmo y enérgico en el recuerdo. En la cúpula celeste, en sus cielos, todo es juego. Los azules se cobijan bajo pinceladas trazadas por el silencio de la creación, y los rosas, con sus cuerpos nacarados de caprichos, titilan sus desvelos. Todo lo envuelve el blanco con su vaho de enigmas indescifrables.
Los paisajes se desnudan por los laberintos de la emoción y la naturaleza se torna deseo. La retina, si mira dentro del lienzo, se pierde por una travesía en la que palpita la calma. Y una sueña que es lienzo en blanco, caballete, y que detrás de ese horizonte amanecido todo habita, todo nace.

Marta Borcha.

Periodista y escritora


Frío movimiento. 2007
Acrílico s/madera, 40x40cm.